Me presento ante Ti, señor, con un corazón extremadamente enfermo, un corazón manchado, endurecido; necesito que Tú lo laves y lo cures.
Crea en mí, Señor, un corazón nuevo, quebranta mi corazón de piedra con el martillo de tu palabra, rómpelo, pulverízalo, y moldea un corazón, bello como el tuyo, con el agua, el fuego y el aliento de tu Espíritu.
No apartes de mí tu Espíritu. Seré de verdad una persona nueva, me vestiré de fiesta, perfumado con el óleo de alegría del Espíritu; y te ofreceré mis lágrimas agradecidas como un canto a tu gran misericordia.
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