Divina enfermera,
cuida mi cuerpo y mi alma:
en el dolor, sosiégame;
en la soledad, acompáñame;
en el miedo, alienta mi confianza;
en la oscuridad, ilumina mi fe;
en la debilidad, impulsa mi ánimo;
en la desesperación, sostén mi esperanza.
Madre de la Misericordia,
si mi vida se apaga,
intercede por mí ante tu Hijo,
vencedor de la muerte,
y tómame en tus brazos,
Virgen de la ternura.
Amén.
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