Oh Virgen Santa,
Madre de Dios,
sois la esperanza
del pecador.
Vuela suspiro del alma mía,
lleva a María mi ardiente amor,
haz que me mande mi Madre amada
una mirada de protección.
Dile que has visto mi sufrimiento,
dile que siento mortal dolor,
que es su amor santo
mi ardiente anhelo,
que es el consuelo del corazón.
Somos cual nave que va perdida
y combatida del Aquilón,
mas tú nos llevas con rumbo cierto
al feliz puerto de salvación.
En ti ponemos nuestra esperanza,
todo lo alcanza tu intercesión;
hacia nosotros tu mano extiende,
benigna atiende nuestra oración.
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