Señor Jesucristo, con tu paciencia en el sufrimiento santificaste el dolor terrenal y nos diste el ejemplo de obediencia a la voluntad de tu Padre. Permanece a mi lado en los momentos de debilidad y de dolor; sosténme de tal manera con tu gracia que mi valor y mi fuerza no fallen; sáname conforme a tu voluntad, y ayúdame siempre a creer que lo que aquí sufro es poco si Tú me guardas en la vida eterna, Señor mío y Dios mío. Amén.
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