Salve, esperanza de los desesperados, ayuda de los miserables, a quien dio el Hijo tanta honra, que al momento de pedirlo se os concede, y al momento de quererlo queda hecho. A Vos se han confiado los tesoros del reino de los cielos. Alcanzadme, oh gran Señora, que siempre pueda confiar en vuestro socorro durante las borrascas de esta vida. A vuestra piedad encomiendo mi alma y mi cuerpo. Dirigidme y protegedme en todas las horas y momentos, oh dulce refugio mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario