Inmaculada y Señora mía bendita, que de vuestras purísimas manos irradiáis rayos de amor, bendición, protección y salud, con los que inundáis a vuestros hijos devotos: ¿Quién ha sido en esta vida más atribulada, después de vuestro bendito Hijo, que Vos? ¿Quién ha sido más atravesada de los más agudos chillidos de dolor? Todas las penas y tormentos que pasó vuestro piadoso corazón no solamente os sirvieron para ser más semejantes en el padecer a vuestro Hijo y acrecentar vuestras coronas sino también para que os compadecieseis más de los que padecen y dieseis la mano y sustentaseis con vuestro brazo poderoso a los que sumidos en el abismo del dolor, de miserias y calamidades, nos anegaríamos si no alzásemos los ojos a Vos.
Yo estoy en la hora presente afligido, las tribulaciones me rodean por todas partes, estoy cercado de penas, no tengo en qué esperar, ni encuentro consuelo, ni veo cosa alguna en qué estribar ni hacer pie. El sol me ha oscurecido, todas las cosas me atormentan y no tengo otro refugio, ni otra estrella que mirar sino a Vos, en cuyos dulcísimos brazos me echo y en cuyo fidelísimo patrocinio confío.
Sé de cierto que antes faltaría el cielo y la tierra que vuestro socorro a los que os lo piden con humildad y devoción esperando en Vos, porque cuando las dificultades y los problemas sin remedio más atormentan, las entrañas suavísimas de vuestra piedad, vuestra poderosa misericordia resplandece más, sanando las llagas incurables, dando fácil salida a los que humanamente parecen que no la tienen. Como os suplico que lo hagáis en esta mi necesidad:
(Hacer la petición o exponer el problema).
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario