Gracias, Señor, por dejarnos tu paz. Aún así te seguimos pidiendo... "Concédenos tu paz". Esta paz que solo Tú puedes darnos y que nos hace hijos, hermanos, comunidad; nos hace plenamente humanos.
Cuando Tú viniste a nosotros, el cielo nos deseaba paz a todos los hombres. Estando todo en calma, Dios nos hablaba en su Palabra misma. Era un lenguaje de amor y no de violencia, clara expresión de entrega. Y así pasaste entre nosotros haciendo paz e invitándonos a construirla contigo. Y nos bendijiste con "seréis llamados hijos de Dios".
Pero nosotros nos encontramos muy lejos de vivir lo tuyo.
Necesitamos que cures las heridas de violencia ancladas en nuestro propio corazón y en nuestra mente, y las transformes en perdón y reconciliación. Esto nos dará la fuerza necesaria para desear y contribuir a la paz mundial.
Concede, Señor, el perdón a opresores y violentos. Y para los gobernantes te pedimos luz y audacia para detener la proliferación de las armas, su comercio ilegal; para detener la espiral de violencia y encontrar recursos para el diálogo y la reconciliación.
María Oñate
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