San Fermín, apóstol elocuente del Señor, que sembraste con abundancia la semilla de la santa mies que nos lleva hacia el Altísimo, que prestaste y nos sigues prestando gran asistencia en las necesidades del cuerpo y del alma, no te olvides de nosotros, escucha nuestros clamores, y obtennos de Él que todo lo puede las gracias que tanto precisamos para triunfar ante los peligros y enemigos que nos rodean, y para salir con bien en nuestras dificultades.
Bienaventurado santo patrono y eficaz protector, que fuiste firme en la fe y poderoso en el obrar y que engrandecido con especial cantidad de virtudes iluminaste y conquistaste con la luz vivísima de la Palabra las almas de las gentes para mayor gloria de Dios, vela por nuestro bien y llénanos de bendiciones.
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