Oh, glorioso san Nazario, que conseguiste la palma de los mártires por tu tremenda implicación, hasta el punto de aceptar el martirio para manifestar tu fe, aun siendo niño, a la grandeza de Dios, nuestro Señor.
Una vez que decidiste seguir a nuestro Señor, renunciaste a tus riquezas terrenales, las repartiste todas a los pobres y necesitados, y comenzaste a predicar ante los incrédulos, realizando grandes milagros.
Llevaste contigo al niño Celso, tu elegido discípulo, quien contigo aprendió la ley, la devoción y la obediencia a Dios, y a quien protegiste durante su corta vida, con todo tu amor, dulzura y paternalidad, encauzándolo por el camino de la fe.
Fuiste padre adoptivo y amoroso, que siempre mostraste los valores humanos y la adecuada educación para quien fue tu pupilo.
Hoy yo, fiel devoto tuyo, te pido que me concedas la iluminación y la coherencia para saber actuar en la educación de mis hijos, y que esté acertado en las decisiones que como adulto tome sobre él, para conseguir que los valores que pueda inculcarle hagan de él un hombre (o mujer) de bien.
Es mi petición para ti, que por ser favorito de Dios todo lo puedes conseguir: que mi hijo (a) encuentre su camino, y que su vida sea modelo y ejemplo de virtud y honradez.
A ti te lo encomiendo, santo mío, porque con tu especial protección nada he de temer ni dudar. Amén.
Rezar Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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