Señor mío y Dios mío, al iniciar mi día me cubro con la armadura de tu Espíritu Santo y con las alas protectoras de mi Ángel de la Guarda, haz que me convierta en el heraldo de tu amor. Me propongo hoy cumplir tu voluntad y los Diez Mandamientos, pero sobre todo ver a mi prójimo, principalmente mis familiares, con el amor que Tú nos enseñaste y nos ofreciste por nosotros en la Cruz.
Te pido que me permitas orar ante Ti con la humildad de un cristiano sincero, con el respeto de reconocerte como el único Dios que puede haber y con la confianza de sentirme hijo tuyo.
Te pido, Señor, que pueda llevar ánimos con mis palabras y que pueda mostrar a los míos y a mi prójimo que siempre hay un camino por recorrer y con mayor esperanza cuando el día esté gris. Que conserve siempre un buen ánimo, especialmente, en los momentos de aflicción y cuando la adversidad me lacere con sus duros embates. Dame siempre la convicción de empezar de nuevo, porque si Tú me sostienes yo me levantaré una y otra vez, sin dejar caer mi voluntad ante las dificultades que existen y son parte de la vida, pero con fe, sacrificio y esfuerzo se superan, se dejan atrás y se transforman en una escuela existencial para hombres y mujeres grandes como Tú nos soñaste.
Te imploro tu perdón y misericordia infinita para mis seres queridos que se durmieron definitivamente, esperando encontrar su eterno descanso en tu Divina Presencia en el Paraíso.
Te suplico Señor que escuches nuestras peticiones, sobre todo en estos momentos que el Covid-19 está flagelando a la humanidad, causando tantas muertes inocentes, pero sobre todo que se cumpla tu Santa Voluntad. Ayúdanos a que la humanidad realmente se convierta a tus designios, a los principios y valores de amor que Tú nos enseñaste con tu vida y en la oración del Padre Nuestro.
Asocio mis humildes peticiones a la intercesión de la Virgen María para que nos proteja de todos los peligros junto con nuestro Ángel de la Guarda.
Amén.
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