Padre eterno, Tú has hecho que el mundo entero deje de andar por un tiempo.
Tú has silenciado forzadamente el ruido que todos hemos creado a nuestro alrededor.
Tú nos has hecho doblar rodillas y pedir milagros.
Tú cerraste tus iglesias para que nos demos cuenta de cuán oscuro es nuestro mundo sin Ti en él.
Tú humillaste a los orgullosos y poderosos.
La economía se está derrumbando, las empresas están cerrando.
Hemos estado muy orgullosos pensando que todo lo que tenemos ha sido el resultado de nuestro arduo trabajo.
Hemos olvidado que ha sido tu gracia, tu misericordia, la que nos hizo quienes somos y nos ha dado todo.
Estamos dando vueltas en círculo en busca de alguna cura para esta enfermedad, cuando de hecho necesitamos humillarnos y pedir orientación y sabiduría solo a Ti.
Hemos estado viviendo nuestras vidas como si estuviéramos aquí en la Tierra para siempre, como si no existieran ni el Cielo, ni el Purgatorio ni el Infierno.
Tal vez este virus es en realidad tu forma de purificarnos y limpiar nuestras almas, devolviéndonos a Ti.
Te pido, Señor, que todos los que vean o escuchen estas palabras unan sus corazones y manos en oración pidiendo perdón, pidiendo curación y protección contra este virus, pero sobre todo pidiendo que se haga tu Santa y Divina Voluntad y no la nuestra.
Te suplicamos que nos libres de todo mal en la Tierra si es tu voluntad.
Padre, Tú has estado esperando pacientemente que volvamos nuestros rostros hacia Ti, que nos arrepintamos de nuestros pecados. Lamentamos ignorar tu voz. De manera egoísta, a veces hemos olvidado que Tú eres Dios.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Tú, Señor, solo necesitas decir la palabra y nuestras almas serán sanadas.
Te pedimos a Ti sanación y liberación en el Nombre de Jesús.
Por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Corazón Doloroso e Inmaculado de María. Amén.
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