Texto del Evangelio (Mt 11, 28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
"Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados" (Mt 11,25-30)
Señor Jesús, pues, aquí nos tienes. Porque así estamos: cansados y agobiados, con miedo e incertidumbres, agobiados y perdiendo poco a poco la poca paciencia que nos queda, queriendo ver el vaso medio lleno pero viendo en el fondo del vaso demasiada gente enferma, demasiada vida sesgada, demasiada contienda, demasiadas familias deshilachadas... cansados, agobiados y más. Aquí nos tienes.
Señor Jesús, se nos agolpan muchas preguntas en nuestro interior: ¿por qué todo lo que ocurre, para qué todo cuanto sucede, por qué en este momento, qué sentido se esconde detrás de tanta injusticia, de tanta crispación, de tanta guerra y de tanta tristeza? Sabemos que Tú nos acompañas siempre, pero nos cuesta volver a despegar y vivir como resucitados. Aquí nos tienes.
Señor Jesús, danos anchas espaldas para cargar con todo cuanto nos supera y nos agobia. Danos fe para ver más allá de lo que vivimos y vemos, de las noticias, de los agoreros que insisten en que no tenemos arreglo. Danos la alegría de tu Evangelio para que sigamos siendo fuerza y fortaleza, esperanza y bálsamo para tantos, para todos. Aquí nos tienes.
Señor Jesús, no te pedimos que nos quites nuestros cansancios y agobios, sino que nos salgas al paso y nos acompañes. Contigo es todo más ligero y fácil. Un día más, aquí nos tienes. Sal a nuestro encuentro.
Así te lo pido. Así sea.
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