Eres una mujer luchadora, guerrera de Dios, protectora de los ojos que desean ver a través de los ojos de Cristo; tú, que preferiste que tus ojos fueran arrancados antes que negar a Dios y corromper tu alma con el pecado, protege mi vista, sana mis ojos, limpia mi visión y desempaña los pensamientos impuros de mi mente.
En vida glorificaste grandemente al Señor y defendiste el cristianismo hasta el último momento, jamás lograron apartarte del amor hacia Jesucristo y no quiero apartarme de ti. Bendíceme, te entrego mi confianza y te pido que por medio de la voluntad de Dios me mantengas sano, que tenga salud para el bien de mi alma y la paz de mi espíritu en Cristo Jesús.
No permitas que mi mente se turbe de espectáculos y pensamientos que perturben mi fe e interrumpan el camino hacia el Reino de los Cielos, sana mis dolencias, cura mis enfermedades, aclara mi vista y mejora mi salud.
Maravillosa santa Lucía, en tus manos dejo mi fe y mi alma. Amén.
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