Roguemos al Señor que convierta nuestro corazón para que con piedad y amor podamos, como santa Fabiola, ver por las personas descartadas de nuestra sociedad, especialmente los abandonados, los afligidos y los que tienen herido su corazón por causa de un divorcio.
Amado Jesús, Salvador nuestro, por quien abrazamos la misericordia del Padre, mira con amor nuestra intención de caminar a tu lado a pesar de nuestras debilidades y de nuestra propia historia. Que tu amor y piedad sean motivo para ir a buscar a todos nuestros hermanos que esperan el encuentro contigo, que eres la compasión misma.
Padre Eterno, no mires nuestro pecado, antes bien, condúcenos para que, a ejemplo de santa Fabiola y por nuestra experiencia vivida, podamos ofrecer a otros hijos tuyos un oído atento a sus necesidades, una mano deseosa de curar sus heridas y un corazón solícito para acoger, acompañar y abrazar con amor, así como Tú nos amas. Te lo pedimos por tu hijo Jesús, nuestro Señor. Amén.
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