Blas, que a su hija reprendía,
de sus enojos llevado,
le decía con enfado:
"¡Bah! ¿Tú no eres hija mía!".
Y su esposa, en la ficción,
con toda oportunidad
añadía: "¡Es la verdad!
¡Tu padre tiene razón!".
de sus enojos llevado,
le decía con enfado:
"¡Bah! ¿Tú no eres hija mía!".
Y su esposa, en la ficción,
con toda oportunidad
añadía: "¡Es la verdad!
¡Tu padre tiene razón!".
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