Jesús, Señor mío, Tú eres el Dueño y el Maestro, pero también el servidor silencioso, cuyo amor es ilimitado. ¿Cómo puedo retribuirte por todo lo que has hecho por mí? Toma mi vida, Señor, y enséñame a servirte a Ti y a mis semejantes con amor y humildad. Amén.
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