No fuiste menos feliz y glorioso que en la vida, en tu santa y dulce muerte. No hay más; esta, por regla general y casi infalible, sigue la suerte de aquella. Es la muerte cabo y remate de la vida, su corona y término, ¿y podía ser triste y pesarosa la muerte de José, que venía a ser como el último peldaño de aquella hermosísima escala de Jacob, con tanto tiento y alegría de Dios fabricada? Ya que tantas veces y con tanto gusto había este bajado por ella, ¿había de ser impedido de subir por vez última para componerle y acomodarle su eterna y feliz morada?
No, eso sería indigno de ti, ¡oh santo Patriarca! Mejor es que digamos que no os asustó la guadaña destructora al cegar tu preciosa existencia; tu muerte fue un dulce sueño, más o menos largo; tu despertar... en el Cielo.
JACULATORIA. Alcánzanos que sepamos prepararnos con una vida justa y arreglada para una feliz y dichosa muerte. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario