60 escalones lleva
la calle de la Soledad.
Conozco un laberinto
más allá del bosque,
donde las hadas bailan
al ritmo de la lira celestial,
donde existen unos duendes
que provocan visiones espantosas
a quienes osan
sus fronteras traspasar.
En el reino de la fantasía
me pierdo algunos días.
Búscame debajo de un nenúfar
o en las aguas brillantes
del lago de Camelot.
Necesito, a veces, perderme
en las magia de las nubes de caramelo,
para volverme a encontrar de nuevo.
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