Señor, gracias por haberme dejado a tu Madre, Ella es mi compañera de caminos, mi estrella de la mañana, la más grande de tus discípulos. Espero que yo, a fiel ejemplo de María, pueda imitarte también en todas tus virtudes, amarte y ser uno de los que trabajan para tu Reino.
Tú has dicho que quien practica tu Palabra se convierte en una María, en cada uno de tus discípulos y así comenzamos a ser parte de tu familia.
A María acudiré siempre para que me consuele en las dificultades y me ayude a alcanzar una verdadera imitación de tu vida y de tu amor. Amén.
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