¡Oh Virgen purísima, inmaculada María! Bajo tu materno amparo me acojo para que me libres del horrible monstruo de la impureza; dame santo horror a los regalos y apetitos de la carne y fuerza para huir de los engaños e imposturas del mundo, odio a sus vanidades y esfuerzo para no caer bajo las sugestiones del maligno espíritu. Ruega por mí, Madre mía, pues quiero ser de veras tu hijo, y alcánzame de tu divino Hijo Jesús, no solo la humildad y la pureza, sino también un fino amor de Dios con que se abrase mi corazón. Amén.
Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario