Una tarde fresquita de mayo
cogí mi caballo y me fui a pasear
por la senda donde mi morena,
gentil y risueña, solía pasar.
Yo la vi que cogía una rosa,
yo la vi que cogía un clavel,
y le dije: Jardinera hermosa,
¿me das una rosa?, ¿me das un clavel?
Y me dijo muy fina y galante:
Eso que me pides yo te lo daré,
si me juras que nunca has tenido
flores en la mano de otra mujer.
Yo te juro que eres la primera
de quien flores espero coger,
por lo tanto, jardinera hermosa,
¿me das una rosa?, ¿me das un clavel?
Una tarde fresquita de mayo
cogí mi caballo y me fui a pasear
por la senda donde mi morena,
gentil y risueña, solía pasar.
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