viernes, 16 de octubre de 2020

UNA GRAN FUERZA DE REPARACIÓN


“Me inclino hoy con amor sobre las llagas y sobre las heridas de todos mis hijos.
Soy vuestra Madre Dolorosa.
Mi función de Madre me une a vosotros de manera fuerte y personal. Así como vuestras alegrías aumentan mi gozo, así vuestros sufrimientos procuran nuevo dolor a mi Corazón materno.
Hoy os veo a todos bajo el peso de un sufrimiento indecible. ¡Ved si hay un dolor tan grande como mi dolor de Madre!
En un mundo donde impera el egoísmo y la soberbia, las víctimas más numerosas son los inocentes.
Hoy se matan a millones en el seno de las madres, a través del delito del aborto, legalizado ya en todas partes. ¿Por qué tanta crueldad? ¿Por qué se ha difundido hoy en el mundo tan inhumana impiedad?
La sangre de estos inocentes clama todos los días venganza en la presencia de Dios y abre en mi Corazón materno heridas de profundo dolor.
Los niños, que se abren a la vida, y a quienes se propone como valores verdaderas transgresiones de la ley de Dios; los jóvenes desorientados y engañados; las familias que lloran la destrucción de su hogar; las inmensas multitudes de mis pobres hijos que corren por el camino del pecado y de la perdición.
¡Ved si hay un dolor igual al mío!
Sobre todo, miro hoy, con dolorida angustia, a la Iglesia, confiada por Jesús de modo particular a mi acción de Madre. Contemplo cómo es violada por el pecado, dividida en su unidad, profanada por los sacrilegios, oscurecida en su Verdad.
¿Cuántos son hoy los Pastores que ya no defienden la grey que Jesús les ha confiado? Algunos guardan silencio, cuando deberían hablar con valor para defender la verdad y condenar el error y el pecado. Toleran para no arriesgarse, se rebajan al compromiso con tal de mantener sus privilegios.
Así se va difundiendo el error bajo fórmulas ambiguas y ya no se repara el pecado en una progresiva apostasía de Jesús y de su Evangelio.
Hoy es necesaria una gran fuerza de oración. ¡Es necesaria una gran cadena de sufrimientos que se eleve a Dios en reparación!
Llamo a mis predilectos y a todos mis hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado a unirse al dolor de vuestra Madre Celestial, para que se cumpla en todos vosotros lo que falta a la Pasión de Jesús…”
Tomado del libro "A los Sacerdotes Hijos Predilectos de la Santísima Virgen". París (Francia), 15 de septiembre de 1982. Fiesta de la Dolorosa.

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