¡Oh inmaculada Virgen María! Pues nos ves cercados de tantos peligros y no ignoras cuán difícil nos es preservarnos de ellos a causa de nuestra fragilidad, favorécenos con tu auxilio, socórrenos con gracia poderosa y ayúdanos cuanto te inspire tu maternal Corazón; así, libres de ellos por tu mediación, entraremos en el puerto de la vida eterna. Amén.
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