martes, 30 de noviembre de 2021
SAN JOSÉ MARCHAND, MÁRTIR
ORACIÓN A SAN ANDRÉS, APÓSTOL
MEDITACIÓN FIESTA DE SAN ANDRÉS, APÓSTOL (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 18-22
lunes, 29 de noviembre de 2021
MARTIRIO DE SAN ANDRÉS, APÓSTOL
ORACIÓN A SANTA FILOMENA (1)
MEDITACIÓN LUNES I DE ADVIENTO C (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-11
domingo, 28 de noviembre de 2021
MEDITACIÓN DOMINGO I DE ADVIENTO C (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21,25-28.34-36
sábado, 27 de noviembre de 2021
VIDA Y MARTIRIO DE SANTA FILOMENA SEGÚN LAS REVELACIONES A LA MADRE MARÍA LUISA DE JESÚS
Yo soy la hija de un príncipe que gobernaba un pequeño estado de Grecia. Mi madre era también de la realeza. Ellos no tenían niños. Eran idólatras y continuamente ofrecían oraciones y sacrificios a sus dioses falsos. Un doctor de Roma, llamado Publio, vivía en el palacio al servicio de mi padre. Este doctor había profesado el cristianismo. Viendo la aflicción de mis padres y por un impulso del Espíritu Santo les habló acerca de nuestra fe y les prometió orar por ellos, si consentían a bautizarse. La gracia que acompañaba sus palabras, iluminaron el entendimiento de mis padres y triunfó sobre su voluntad. Se hicieron cristianos y obtuvieron su esperado deseo de tener hijos.Al momento de nacer me pusieron el nombre de Lumena, en alusión a la luz de la fe, de la cual era fruto. El día de mi bautismo me llamaron Filomena, hija de la luz (filia luminis) porque en ese día había nacido a la fe. Mis padres me tenían gran cariño y siempre me tenían con ellos. Fue por eso que me llevaron a Roma, en un viaje que mi padre fue obligado a hacer debido a una guerra injusta.Yo tenía trece años. Cuando arribamos a la capital nos dirigimos al palacio del emperador y fuimos admitidos para una audiencia. Tan pronto como Diocleciano me vio, fijó los ojos en mi.El emperador oyó toda la explicación del príncipe, mi padre. Cuando este acabó y no queriendo ser ya más molestado le dijo: «Yo pondré a tu disposición toda la fuerza de mi imperio. Solo deseo una cosa a cambio, que es la mano de tu hija».Mi padre, deslumbrado con un honor que no esperaba, accede inmediatamente a la propuesta del emperador y cuando regresamos a nuestra casa, mi padre y mi madre hicieron todo lo posible para inducirme a que cediera a los deseos del emperador y los suyos. Yo lloraba y les decía: «¿Ustedes desean que por el amor de un hombre yo rompa la promesa que he hecho a Jesucristo? Mi virginidad le pertenece a Él y yo ya no puedo disponer de ella».«Pero eres muy joven para ese tipo de compromiso» -me decían- y juntaban las más terribles amenazas para hacerme que aceptara la mano del emperador.La gracia de Dios me hizo invencible. Mi padre no pudiendo hacer al emperador ceder y para deshacerse de la promesa que había hecho, fue obligado por Diocleciano a llevarme a su presencia.Antes tuve que soportar nuevos ataques de parte de mis padres hasta el punto que, de rodillas ante mi, imploraban con lágrimas en sus ojos que tuviera piedad de ellos y de mi patria. Mi respuesta fue: «No, no, Dios y el voto de virginidad que le he hecho está primero que ustedes y mi patria. Mi reino es el Cielo».Mis palabras los hacía desesperar y me llevaron ante la presencia del emperador, el cual hizo todo lo posible para ganarme con sus atractivas promesas y con sus amenazas, las cuales fueron inútiles. Él se puso furioso e, influenciado por el demonio, me mandó a una de las cárceles del palacio, donde fui encadenada, pensando que la vergüenza y el dolor iban a debilitar el valor que mi Divino Esposo me había inspirado. Jesús me venía a ver todos los días y soltaba mis cadenas para que pudiera comer la pequeña porción de pan y agua que recibía como alimento, y después renovaba sus ataques, que si no hubiera sido por la gracia de Dios no hubiera podido resistir.Yo no cesaba de encomendarme a Jesús y su Santísima Madre.Mi cautiverio duró treinta y siete días, y en el medio de una luz celestial, vi a María con su Divino Hijo en sus manos, la cual me dijo: “Hija, tres días más de prisión y después de cuarenta días, se acabará este estado de dolor”.Las felices noticias hicieron a mi corazón latir de gozo, pero como la Reina de los Ángeles había añadido, dejaría la prisión, para sostener un combate más terrible que los que ya había tenido. Pasé del gozo a una terrible angustia, que pensaba me mataría. «Hija, ten valentía», dijo la Reina de los Cielos y me recordó mi nombre, el cual había recibido en mi Bautismo diciéndome: “Tú eres Lumena, y tu Esposo es llamado Luz. No tengas miedo. Yo te ayudaré. En el momento del combate, la gracia vendrá para darte fuerza. El ángel Gabriel vendrá a socorrerte, Yo le recomendaré especialmente a él, tu cuidado”.Las palabras de la Reina de las Vírgenes me dieron ánimo. La visión desapareció dejando la prisión llena de un perfume celestial.Lo que se me había anunciado, pronto se realizó. Diocleciano perdiendo todas sus esperanzas de hacerme cumplir la promesa de mi padre, tomó las decisión de torturarme públicamente y el primer tormento era ser flagelada. Ordenó que me quitaran mis vestidos, que fuera atada a una columna en presencia de un gran número de hombres de la corte, me hizo que me azotaran con tal violencia, que mi cuerpo se bañó en sangre, y lucía como una sola herida abierta. El tirano pensando que me iba a desmayar y morir, me hizo arrastrar a la prisión para que muriera.Dos ángeles brillante con luz, se me aparecieron en la oscuridad y derramaron un bálsamo en mis heridas, restaurando en mí la fuerza, que no tenía antes de mi tortura.Cuando el emperador fue informado del cambio que en mi había ocurrido, me hizo llevar ante su presencia y trato de hacerme ver que mi sanación se la debía a Júpiter el cual deseaba que yo fuera la emperatriz de Roma. El Espíritu Divino, al cual le debía la constancia en perseverar en la pureza, me llenó de luz y conocimiento, y a todas las pruebas que daba de la solidez de nuestra fe, ni el emperador ni su corte podían hallar respuesta.Entonces el emperador, frenético, ordenó que me sumergieran con un ancla atada al cuello en las aguas del río Tíber. La orden fue ejecutada inmediatamente, pero Dios permitió que no sucediera.En el momento en el cual iba a ser precipitada al río, dos ángeles vinieron en mi socorro, cortando la soga que estaba atada al ancla, la cual fue a parar al fondo del río, y me transportaron gentilmente a la vista de la multitud, a las orillas del río.El milagro logró que un gran número de espectadores se convirtieran al cristianismo.
El emperador, alegando que el milagro se debía a la magia, me hizo arrastrar por las calles de Roma y ordenó que me fuera disparada una lluvia de flechas. Sangre brotó de todas las partes de mi cuerpo y ordenó que fuera llevada de nuevo a mi calabozo. El cielo me honró con un nuevo favor. Entré en un dulce sueño y cuando desperté estaba totalmente curada. El tirano, lleno de rabia, dijo: «Que sea traspasada con flechas afiladas». Otra vez los arqueros doblaron sus arcos, cogieron toda sus fuerzas, pero las flechas se negaron a salir. El emperador estaba presente y se puso furioso y pensando que la acción del fuego podía romper el encanto, ordenó que se pusieran a calentar en el horno y que fueran dirigidas a mi corazón. Él fue obedecido, pero las flechas, después de haber recorrido parte de la distancia, tomaron la dirección contraria y regresaron a herir a aquellos que la habían tirado. Seis de los arqueros murieron. Algunos de ellos renunciaron al paganismo y el pueblo empezó a dar testimonio público del poder de Dios que me había protegido. Esto enfureció al tirano. Este determinó apresurar mi muerte, ordenando que mi cabeza fuera cortada con un hacha.Entonces mi alma voló hacia mi Divino Esposo, el cual me puso la corona del martirio y la palma de la virginidad.
ORACIÓN DE PROTECCIÓN A LA MEDALLA MILAGROSA
MEDITACIÓN SÁBADO XXXIV TIEMPO ORDINARIO B (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 34-36
viernes, 26 de noviembre de 2021
MEDITACIÓN VIERNES XXXIV TIEMPO ORDINARIO B (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,29-33
jueves, 25 de noviembre de 2021
MI VIDA CON ELLA (Antonio Monfort)
SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA, MÁRTIR
El emperador Majencio, o Maximiano (no se sabe a ciencia cierta quién fue) (306-312) acudió a Alejandría para presidir una fiesta pagana y ordenó que todos los súbditos hicieran sacrificios a los dioses. Catalina entró en el templo, pero, en lugar de sacrificar, hizo la señal de la cruz. Y dirigiéndose al emperador lo reprendió exhortándolo a conocer al verdadero Dios. Conducida a palacio, ella reiteró su negativa a hacer sacrificios pero invitó al emperador a un debate. Dicho debate el emperador lo perdió, por lo que mantuvo presa a Catalina en su palacio, mientras él ordenó llamar a los grandes sabios del imperio para que ganase el debate el emperador.
El emperador ordenó entonces que torturaran a Catalina utilizando para ello una máquina formada por unas ruedas guarnecidas con cuchillas afiladas.
MEDITACIÓN JUEVES XXXIV TIEMPO ORDINARIO B (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 20-28
miércoles, 24 de noviembre de 2021
ORACIÓN A SAN BENITO (2)
ORACIÓN EN REPARACIÓN POR LAS BLASFEMIAS
ORACIÓN A SANTA FLORA
MEDITACIÓN MIÉRCOLES XXXIV TIEMPO ORDINARIO B (P. Damián Ramírez)
MARTIRIO DE FLORA Y MARÍA
martes, 23 de noviembre de 2021
INVIERNO (Inocencio Javier Hernández)
Invierno, año 1500. Una mujer es violada en una aldea islandesa por trece hombres. Se turnan, los que no alcanzan a mojar se masturban, a ambos lados de la mujer, como clanes enfrentados por las tripas de un ciervo. La mujer se arrastra hacia al río. Repta, como los primeros animales que salieron del agua. Se lava. El alma se escurre entre los dedos. Ha perdido un ojo y tiene un par de costillas rotas. El corte en el abdomen tiene mala pinta.
La mujer sin nombre tuvo hijos y sus hijos tuvieron más hijos.
Invierno, año 2021. La señora Elvira sale de la ducha. Pareciera que no ha pasado el tiempo, pero ha vuelto a suceder. Su marido llegó pedo del partido.
Elvira llamará a su hermana, como siempre.
El invierno lo inventaron los hombres, susurra su hermana.
Una mujer es violada en el mundo cada quince segundos.
MEDITACIÓN MARTES XXXIV TIEMPO ORDINARIO B (P. Damián Ramírez)
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-11
MARTIRIO DE SANTA LUCRECIA DE MÉRIDA
Cuando era joven, comenzó en el Imperio Romano la décima persecución contra los cristianos, por los emperadores Diocleciano y Maximiano. Era gobernador, como casi siempre en las actas de los mártires, el “terrible” Daciano.
Llevada Lucrecia a su presencia, este quedó admirado por “su rara hermosura y su singular modestia”. Sabiendo que era cristiana de las más firmes, a la par que de familia acomodada, quiso obligarla a sacrificar a los dioses para, si se negaba, confiscar todos sus bienes para sí mismo. Para ello recurrió a las amenazas, y la cárcel, pensando doblegarla. Como no sucedió, la llamó a juicio nuevamente y le recriminó seguir al que había muerto de forma ignominiosa en una cruz. Lucrecia respondió: “Si hubieras leído al profeta, supieras que servir a Dios es reinar: en cuyo supuesto no me perjudica mi servidumbre a Jesucristo, verdadero Dios; antes bien me ensalza, y por lo mismo recibo de ello más bien esplendor que detrimento”. Daciano insistió, preguntándole por que no sacrificaba. Lucrecia se defendió: “Porque está escrito que solo se ha de servir y sacrificar a Dios; y los tuyos son demonios, a quienes es superstición adorar”.
Daciano, definitivamente le ofreció sacrificar o someterse a los castigos por no hacerlo. Lucrecia, sin miedo, respondió: “Sacrifica tú a los demonios, que yo sólo ofrezco sacrificio al verdadero Dios, y a Jesucristo su único Hijo”. Esta respuesta le valió ser abofeteada y enviada al potro, para que apostatase.
TORMENTO DEL POTRO