Dulce Señor Jesucristo, fuente de todas las virtudes, amante de las vírgenes, vencedor poderoso de los demonios, erradicador de vicios, dígnate poner tus ojos en mi debilidad, y por la intercesión de María santísima, Madre y Virgen, y de tu amada esposa santa Inés, virgen y mártir gloriosa, concédeme la ayuda de tu gracia celestial, a fin de que yo pueda aprender a despreciar todas las cosas terrenales, y amar lo que es celestial, para oponerme a los vicios y ser a prueba de toda tentación, para caminar con firmeza en el camino de la virtud, no buscar honores, huir de los placeres, llorar por mis ofensas pasadas, para mantenerme lejos de las ocasiones del mal, para mantenerme libre de malos hábitos, para buscar la compañía de los buenos y perseverar en la justicia, a fin de que, con la ayuda de tu gracia, yo pueda merecer la corona de la vida eterna, junto con santa Agnes y todos los santos, en tu Reino para siempre jamás. Amén.
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