Buenos días. Feliz Pascua. Dice el Señor en el evangelio: “Si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor“. Esta es la única norma que Jesús nos deja; por eso, en la primera lectura toman la Palabra Pablo, Bernabé y Santiago y ayudan a entender que el amor de Dios se va derramando sobre todo el que tiene fe, porque esta es la nueva forma de unirse a Dios, la fe, el amor y la esperanza que Dios regala a quien ama de corazón a Dios y sigue las enseñanzas de Cristo. ¿A quién seguimos nosotros? Pidamos hoy el don de discernir la voluntad de Dios en nuestra vida para poder vivir siempre unidos en el Amor a Dios. Seamos buenos y confiemos en Dios, para que nuestra alegría llegue a plenitud.
1ª Lectura (Hch 15, 7-21): En aquellos días, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros: «Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».
Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo: «Escuchadme, hermanos: Simón ha contado cómo Dios por primera vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: ‘Después de esto volveré y levantaré de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre: lo dice el Señor, el que hace que esto sea conocido desde antiguo’. Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».
Salmo responsorial: 95
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente».
Versículo antes del Evangelio (Jn 10, 27): Aleluya. Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 15, 9-11): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».
"Os he hablado para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud" (Jn 15, 9-11)
Alegres, Señor Jesús, queremos estar alegres. Queremos conocer tu alegría. Necesitamos vivir la alegría de tu Evangelio. Danos hoy la alegría cotidiana.
Señor Jesús, necesitamos vivir con alegria todo cuanto nos acontezca hoy, desde esa alegría que Tú nos has dicho que jamás nadie podrá quitarnos. Esa alegría que en Ti llega a su plenitud. Haznos mujeres y hombres alegres, verdaderamente alegres.
En este día, Señor Jesús, queremos vivir alegres nuestras relaciones, nuestras responsabilidades, nuestras tareas, nuestra misión, nuestras cuestas arriba y nuestros proyectos y anhelos. Haznos creyentes alegres desde tu Evangelio.
Señor Jesús, necesitamos que tu alegría esté en nosotros, que se note que habitas nuestro corazón, que se sienta que eres Tú la razón de nuestra vida, que todos adviertan en nosotros que en Ti es posible ser felices, siendo buenos y alegres. Haznos plenamente alegres.
Señor Jesús, haz que nuestra alegría llegue a su plenitud. Haz que no nos ahorremos ninguna sonrisa, ningún gesto de complicidad, ningún detalle para que tu alegría nos inunde, nos transforme y la compartamos con los otros.
Así te lo pido. Así sea.
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