1ª Lectura (Col 3, 1-11): Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. Eso es lo que atrae el castigo de Dios sobre los desobedientes. Entre ellos andabais también vosotros, cuando vivíais de esa manera; ahora, en cambio, deshaceos de todo eso: ira, coraje, maldad, calumnias y groserías, ¡fuera de vuestra boca! No sigáis engañándoos unos a otros. Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo. En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
Salmo responsorial: 144
R/. El Señor es bueno con todos.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.
Versículo antes del Evangelio (Lc 6, 23): Aleluya. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Aleluya.
"Bienaventurados..." (Lc 6, 20-26)
Señor Jesús, ¡qué fácil leer las bienaventuranzas tuyas! Estamos tan acostumbrados al texto que corremos el riesgo de repetirlo como un mantra que no nos mueve por dentro ni nos compromete a nada. Por eso en esta mañana, hago mías las bienaventuranzas y rezo diciéndote:
Bienaventurados los gazatíes que sin fuerzas se ven obligados a ir de un lado para otro sin tierra en la que vivir.
Bienaventurados los ucranianos y todos los demás pueblos sometidos a los desvaríos de los señores de la guerra.
Bienaventurados los pakistaníes que han visto cómo el agua hacía desaparecer sus ciudades.
Bienaventurados los que duermen mal pensando en esta pobre gente.
Bienaventurados los niños que en todo el mundo no tienen nada que comer.
Bienaventurados los religiosos y los voluntarios que viven en esas tierras su compromiso para que a nadie le falte un plato de comida y un vaso de agua.
Bienaventurados todos los seres humanos que están sufriendo la fuerza devastadora de la naturaleza que grita que así no se puede seguir.
Bienaventurados los que trabajan a diario por un cuidado integral de la Casa Común.
Bienaventurados esa inmensa cantidad de personas que sobreviven en las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Bienaventurados los que salen a su encuentro y les ofrecen lo que tienen.
Bienaventurados los millones de personas descartadas por no tener trabajo.
Bienaventurados los que ofrecen puestos de trabajo dignos y trabajan por los derechos de los trabajadores.
Bienaventurados los que lloran la pérdida de los suyos.
Bienaventurados los que acompañan el dolor de los demás y los consuelan.
Bienaventurados los que viven el horror de la enfermedad.
Bienaventurados los que cada día luchan y rezan por la justicia y la paz.
Bienaventurados los que en todo el mundo sufren por dar testimonio de su fe en Ti.
Bienaventurados los que en su oración siempre están presentes aquellos que por su fe sufren persecución.
Bienaventurados todos, porque vuestro es el reino de los cielos.
Señor Jesús, ojalá haga esto oración y vida, vida y compromiso. ¡Haz posible la paz!
Así te lo pido. Así sea.









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