¡Buenos días!
Lo de las Bienaventuranzas, el domingo pasado, ya nos quedaba grande, ¿verdad? ¡Bien largo que nos viene! Seamos sinceros… Pues Jesús nos dice hoy: ¡Vamos a por más! ¡Que lo mío es... de más todavía!
Y así, de cara a los enemigos, que todos los tenemos, nos dice: Ámalos.. Hazles el bien... Bendícelos... Reza por ellos... Más claro no lo pudo decir y mejor no lo supo hacer vida con su misma vida…
Jesús nos invita a construir el mundo que Dios quiere en las bienaventuranzas, enseñándonos la fuerza curativa y creadora del AMOR.
Pídele hoy sentir como Él, pensar como Él y transmitir con tu propia vida como Él supo transmitir con la suya.
Seamos buenos como nuestro Padre celestial y confiemos en Dios, misericordioso con todos.
Seguimos rezando por la salud del Papa. Feliz y bendecido domingo
1ª Lectura (1Sam 26, 2.7-9.12-13.22-23): En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David. David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe». Pero David replicó: «¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».
David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo. David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor».
Salmo responsorial
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
2ª Lectura (1Cor 15, 45-49): El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.
Versículo antes del Evangelio (Jn 13, 34): Aleluya. Os doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. Aleluya.
Desde luego que Jesús lo pudo decir de otra manera, pero no más claro.
Hoy Jesús trata de enseñarnos que nuestra vida no puede ser igual que la de todo el mundo, Él vino a mostrarnos un camino nuevo, y a todos, que nos gusta la novedad, se dirige hoy Jesús.
+ lo nuevo no es responder con violencia al que te da una bofetada.
+ lo nuevo no es responder con odio, al que te calumnia.
+ lo nuevo no es vivir cómodamente sin preocuparse por nada o por nadie...
El Señor nos da hoy las claves de cómo hemos de actuar, precisamente nos ofrece un resumen del mensaje moral de Cristo: "AMAD, HACED EL BIEN, REZAD".
En definitiva "Tratad a los demás como queréis que ellos os traten..."
Por un lado, Jesús nos dice que hemos de ser radicales: "Poner la otra mejilla, dar sin esperar nada a cambio". "No quedarnos solo en rechazar el odio y la venganza, sino en devolver bien por mal".
Y a la vez comprensivos y misericordiosos , poniéndonos siempre en el lugar del otro enseñándole con nuestro ejemplo a amar en vez de odiar.
Y sencillamente porque eso es lo que hace Él con nosotros. Intentemos hacer las cosas, al menos, por agradecimiento al Señor, con el cual tenemos una deuda infinita, y no olvidemos que no somos perfectos y que también a nosotros nos tienen que soportar, perdonar, consolar y ayudar.
"La medida que usemos con los demás, la usarán con nosotros, no lo olvidemos" y demos gracias a Jesús por sus buenos consejos y mejor ejemplo.
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