Buenos días. Hoy lunes el evangelio pone a Jesús frente a los fariseos, que le piden un signo que demuestre que es el Mesías. Pero el único signo que será válido es su propio sacrificio, su muerte será el único signo que tenemos. Hemos vuelto a sentir la tentación y como Caín no aceptamos que Dios vea con buenos ojos a los más necesitados y débiles y que Cristo haya venido a proclamar la libertad a los oprimidos; por eso, se convertirá en el nuevo Abel que nosotros hemos asesinado, pero la diferencia es que esta vez Él mismo se ofrece como sacrificio y su sangre pedirá en nuestro favor: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Seamos buenos y confiemos en Dios, que no nos mira como merecen nuestros pecados, sino con AMOR.
1ª Lectura (Gén 4,1-15.25): El hombre conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor». Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo. Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del suelo; también Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda; Caín se enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín: «Por qué te enfureces y andas abatido? ¿No estarías animado si obraras bien?; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú podrás dominarlo».
Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: «Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín: «No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». El Señor le replicó: «¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo. Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la Tierra».
Caín contestó al Señor: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la Tierra, y cualquiera que me encuentre me matará». El Señor le dijo: «El que mate a Caín lo pagará siete veces». Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase. Adán conoció otra vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín».
Texto del Evangelio (Mc 8, 11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
"¿Por qué esta generación reclama un signo?" (Mc 8, 11-13)
Señor Jesús, vivimos en un mundo en el que la confianza se ha convertido es un valor que cuesta poner en marcha y más encontrarla. Todos sospechamos, todos descubrimos el doble sentido de las cosas, a todos nos cuesta confiar y no pedir signos. Señor, haznos hombres y mujeres confiados.
Señor Jesús, vivimos preocupados con tenerlo todo claro, todo bien asegurado, todo atado y bien atado. Pero sabemos que solo la fe en Ti es garantía de confianza sin límites. Señor, haznos hombres y mujeres con una fe bien fundamentada, hecha de confianza mutua y de esa esperanza que no defrauda y que solo en Ti es posible.
Señor Jesús, que nos preocupemos más de dar que de recibir, de confiar que de asegurar, de amar que de ser amados, de perdonar más que de ser perdonados, de practicar la misericordia más de que estén siempre preocupados por nosotros.
Señor Jesús, haznos hombres y mujeres confiados, confiables, que cuentan contigo y que saben que cuentas con nosotros. Danos esa fe que hace milagros cotidianos y que sostiene todo cuanto somos y hacemos.
Así te lo pido. Así sea.
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