viernes, 21 de febrero de 2025

VIERNES VI TIEMPO ORDINARIO C


Buenos días. Feliz viernes. Dice Jesús: “Quien pierde su vida por mí y por el evangelio, la salvará”. Esto quiere decir que el cristiano hace suyo el proyecto de Amor de Cristo por el mundo, dándose por completo, y así es como descubre el camino de la auténtica salvación, no nos salvamos a nosotros mismos; por eso leemos en la primera lectura que Dios confunde las lenguas para que el hombre descubra que no son sus fuerzas las que le llevan al cielo, sino que es vivir unido a Cristo (Camino, Verdad y Vida) lo que nos lleva a la eternidad. Seamos buenos y confiemos en Dios, que nos ha escogido como su pueblo.



1ª Lectura (Gén 11, 1-9): Toda la Tierra hablaba una misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar los hombres desde oriente, encontraron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí. Se dijeron unos a otros: «Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos al fuego». Y emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de argamasa. Después dijeron: «Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre, no sea que nos dispersemos por la superficie de la Tierra».


El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres. Y el Señor dijo: «Puesto que son un solo pueblo con una sola lengua y esto no es más que el comienzo de su actividad, ahora nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Bajemos, pues, y confundamos allí su lengua, de modo que ninguno entienda la lengua del prójimo». El Señor los dispersó de allí por la superficie de la Tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó el Señor por la superficie de la Tierra.



Texto del Evangelio (Mc 8, 34-9,1): En aquel tiempo, Jesús llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles». Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios».
















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