Señor, bendice mis manos para que, como las de Paula, sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar, que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos para que para que, como los de Paula, sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra; que vean detrás de la superficie, para que los demás se sientan felices por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos para que, como los de Paula, sepan oír tu voz y perciban muy claramente el grito de los afligidos; que sepan quedarse sordos al ruido inútil y a la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las oigan y comprendan, aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca para que, como Paula, dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya; que sólo pronuncie palabras que alivien, que nunca traicione confidencias y secretos, que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón para que como Paula sea templo vivo de tu Espíritu y sepa dar calor y refugio; que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y alegría con un gran amor. Dios mío, que como hiciste con Paula, puedas disponer de mí con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
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