Oh fina y fuerte Margarita, valerosa mujer, que después de la grave tribulación en que el enemigo te puso, y de un continuo llanto por la amargura que tu corazón padecía con el temor de si perderías a tu Dueño, te guarneciste con el fortísimo escudo de la virtud de la constancia, siendo perpetua seguidora de tu Soberano Jesús, no espantándote lo áspero del camino que emprendías: rendidamente te suplico alcances de Dios esfuerzo a los atribulados, acierto para resistir a los enemigos, y gracia para que te acompañemos en la Gloria. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario