lunes, 10 de febrero de 2025

LUNES V T.O. C


Buenos días. Demos gracias a Dios por este nuevo amanecer de lunes. Hoy las lecturas nos recuerdan que todo lo que Dios ha creado lo hace por amor: “Y vio Dios que era bueno”. Entonces ¿qué ocurre en el Evangelio, por qué hay tanta enfermedad y dolencia? Dice el himno del Espíritu Santo: “Mira el poder del pecado, cuando no envías tu Aliento (=Espíritu). Sin Dios en nuestras vidas nos vemos privados de lo bueno y del amor, vivimos en la oscuridad. Dejemos a Dios crear el mundo bueno que necesitamos y colaboremos con Él. Seamos buenos y cronfiemos en Dios, que todas sus obras las hace con Sabiduría.



1ª Lectura (Gén 1, 1-19): Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios: «Exista la luz». Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas». E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue. Llamó Dios al firmamento «cielo». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra». Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.



Texto del Evangelio (Mc 6, 53-56): En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos hubieron terminado la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, lo reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que Él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que les dejara tocar la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.




“Los que lo tocaban se curaban” (Mc 6, 53-56)

También yo quiero tocarte, Señor Jesús, y quedar sanado, comenzar de nuevo, gozar de una nueva oportunidad, sentir qué se siente al ser perdonado por Ti. Necesito tu perdón porque solo no puedo.

Quiero tocarte, Señor Jesús, y saberme entero, regalado por tu misericordia, acariciado por tu ternura, mimado por tus palabras de esperanza y tus gestos siempre solidarios. Necesito que me sanes porque sólo Tú puedes hacerlo.

Quiero tocarte, Señor Jesús, y dejar que seas el protagonista de mi vida, que seas Tú el que oriente, dirija y acompañe mi vida, que seas Tú mi único Dios y Señor. Necesito reconocerte como el Señor de mi vida, hoy.

Quiero tocarte, Señor Jesús, y quedar limpio de toda falta, de toda crítica, de toda superficialidad, de todo juicio, de todo mal pensamiento, de todo orgullo y de toda falta de humildad. Necesito que me habites.

Quiero tocarte, Señor Jesús, y dejarme tocar por Ti: aquí me tienes, haz conmigo aquello que tienes pensado para mí, dame la oportunidad de vivir tu proyecto con hondura y profundidad, sabiéndome herido, necesitado y pequeño a la sombra de tu perdón, de tu inmensa compasión y de tu presencia permanente.

Señor Jesús, haz que me entere dónde estás para que deje todo y vaya hacia Ti para tocarte y quedar sano.

Así te lo pido. Así sea.












No hay comentarios:

Publicar un comentario