lunes, 17 de marzo de 2025

LUNES II DE CUARESMA C


Buenos días. Después del domingo, primer día de la semana, para los cristianos, llega el lunes y las lecturas nos hablan de la misericordia de Dios. Jesús en el evangelio nos enseña a tener los mismos sentimientos del Padre, que perdona y que no juzga ni condena a la ligera, sino que se compadece y da la oportunidad del cambio. Pidamos hoy a Dios que nos transforme el corazón, para sentir como Él siente. Seamos buenos y confiemos en Dios, que no nos trata como merecen nuestros pecados y así nos enseña a amar.



1ª Lectura (Dan 9, 4b-10): ¡Ay, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con los que lo aman y cumplen sus mandamientos! Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tú, mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a causa de los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.


Salmo responsorial: 78

R/. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados.

Socórrenos, Dios, Salvador nuestro, por el honor de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre.

Nosotros, pueblo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, cantaremos tus alabanzas de generación en generación.


Versículo antes del Evangelio (Jn 6, 64.69): Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.



Texto del Evangelio (Lc 6, 36-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».




"Sed compasivos... la medida que uséis, la usarán con vosotros" (Lc 6, 36-38)

Señor Jesús, una mañana más, gracias por el regalo de la vida, gracias por esta nueva oportunidad para vivir y organizarme en torno a tu Evangelio. A mí me gustaría ser compasivo, tener siempre la pasión y el apasionamiento con los demás tal y como Tú me pides, tal y como Tú mostrabas.

Señor Jesús, lo único que ocurre es que me apasiono con demasiadas cosas que están lejos de la compasión que me propones. Tú me quieres compasivo y cercano, sensible y combativo, siempre más servicial, humilde y fiel, abierto y comprensivo, apasionado y apasionante. Y yo a veces me comporto con los demás de modo insensible e inflexible, indiferente y lejano, cerrado e incomprensible, despiadado y orgulloso.

Señor Jesús, dame la fe necesaria como para ser un creyente creíble, testigo apasionado y discípulo compasivo.

Señor Jesús, dame la esperanza necesaria como para no perder nunca la razón de mi misión y tareas, las ganas de servirte en los hermanos y adorarte en el servicio cotidiano.

Señor Jesús, dame la caridad necesaria para ser compasivo en el ser, en el hacer, en el saber y en el servir.

Así te lo pido. Así sea.







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