Oh Dios, por cuya gracia la bienaventurada Matilde, encendida con el fuego de tu amor, se convirtió en una luz ardiente y brillante en tu Iglesia, concédenos que seamos inflamados con el mismo espíritu de disciplina y amor y caminemos siempre delante de Ti como hijos de la luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario