miércoles, 19 de marzo de 2025

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA


Buenos días. Es miércoles, día de San José, patrón de la Iglesia, que cuida y protege como un padre a todos sus hijos. La palabra de Dios sólo nos cuenta de él que es un varón justo y piadoso. Por eso, Dios lo escoge para ser un padre bueno para Jesús y un buen esposo para María. En las lecturas hoy la Iglesia nos enseña que no estamos huérfanos y que tenemos a nuestro alrededor siempre personas buenas y piadosas que no son de nuestra sangre sino de la fe y que nos cuidan y aman como José. Por eso en el evangelio Jesús se somete a su autoridad y aceptará vivir con los hombres hasta prepararnos la eterna recompensa y que podamos todos vivir, como Él, en las cosas del Padre. Seamos buenos y confiemos en Dios, que es nuestro padre y roca salvadora.



1ª Lectura (2Sam 7, 4-5a.12-14a.16): En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: ‘Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre’».


Salmo responsorial: 88

R/. Su linaje será perpetuo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad».

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades».

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora». Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.


2ª Lectura (Rom 4, 13.16-18): Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos». Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia».


Versículo antes del Evangelio (Sal 83, 5): Dichosos los que habitan en tu Casa, te alabarán por siempre.




Texto del Evangelio (Mt 1, 16.18-21.24a): Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado.



Señor Jesús, tu Palabra nos recuerda hoy que José fue el encargado de poner el nombre de Jesús a su hijo. ¡Qué bonito! ¡Todo cambió desde aquel día! Gracias, Señor, por José, el padre de Jesús.

Señor Jesús, por eso hoy nuestra oración tiene a los padres como protagonistas: gracias por su dedicación, gracias por su tiempo, gracias por su discreción y sus silencios, gracias por su cariño, por su nunca abandonarnos, gracias por su complicidad, por sus risas, por su fortaleza, por ser nuestro refugio.

Señor Jesús, gracias por nuestros padres, gracias por su esfuerzo, gracias por intentar darnos siempre lo mejor, gracias por sus detalles, por sus abrazos, gracias por llevarnos en volandas, gracias por curar nuestras heridas, gracias por estar siempre a nuestro lado.

Señor Jesús, gracias por nuestros padres. Gracias por su presencia, por sus desvelos, gracias por soñarnos y por llevarnos siempre más lejos, gracias por ser nuestros héroes y referentes. Gracias por su ingenio para hacernos reír y por estar siempre cerca, incluso cuando ya están lejos.

Gracias por nuestros padres, Señor. Te pedimos que los acompañes, que les des la energía necesaria para nunca cesar en su empeño de ser felices a nuestro lado y de hacer más felices a sus hijos, siempre. Cuida de ellos. Inúndales de todo el cariño, de toda la ternura y de todas las bendiciones. Y aquellos que ya no están entre nosotros, concédeles disfrutar eternamente de tu compañía y de tu Gloria eterna 🙏🙏.

Así te lo pido. Así sea.





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