Desde la ventana, la joven mujer podía ver cómo su vecina del edificio de al lado lavaba la ropa y la ponía a secar todas las mañanas. Para la recién casada, la ropa que lavaba su vecina se veía sucia y le comentaba a su esposo la falta de voluntad que ponía aquella mujer al lavar. Cada mañana, la mujer se ponía a mirar por la ventana no bien se despertaba e inevitablemente hacía comentarios sobre la ropa “sucia” de su vecina. Esta situación continuó durante varios días, y el esposo se cansó de la intromisión de su esposa en la vida de la mujer de al lado.
Una mañana, la esposa se levantó y espió a su vecina. Se sorprendió al ver que la ropa colgada estaba impecablemente limpia. Le hizo el comentario a su esposo y agregó: “Tal vez, mis críticas le llegaron y comenzó a usar un jabón en polvo de mejor calidad".
Con calma, el esposo le respondió: "Estaba tan cansado de tu hábito de criticar a la vecina que hoy, mientras dormías, me levanté más temprano y limpié el vidrio de nuestra ventana".
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