¿Es verdad que soy único e irrepetible para Ti?
¿De verdad que no soy un número del rebaño humano?
¿Es verdad que me miras como si solo existiera yo
y me quieres como a un hijo único?
Me rebelo contra tanto amor y me escapo,
quiero hacer mi gusto lejos de tu amor y del mío.
¿Y me sigues mirando mientras me alejo,
contemplando sin casarte a tu querido hijo rebelde?
Ya sé que esperas pacientemente mi vuelta
y me acoges sin echarme en cara mis rebeldías.
Me llenas de abrazos y preparas una fiesta,
y yo me ruborizo más y más.
Pero ya no te hago más preguntas, Dios mío,
porque eres distinto de cuanto yo pueda imaginar.
Me quedo callado y expectante en tu presencia
como el niño mimado y consentido que soy para Ti.
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