A una edad muy temprana Caritina se quedó huérfana y se convirtió en sirvienta de un eminente hombre llamado Claudio, quien la respetaba y la criaba como a su propia hija. La joven era muy bonita, sensible y amable. Aunque no estaba bautizada, compartía su amor por Cristo con los demás, y convirtió a muchos al camino de la salvación. Caritina era mansa, humilde, obediente y silenciosa. Estudiaba la Ley de Dios día y noche y decidió vivir en perpetua virginidad como esposa de Cristo.
Cuando Domicio tuvo noticias de la cristiana Caritina, escribió a Claudio para que se la enviase para interrogarla. Claudio empezó a llorar y a lamentarse, no por la privación de su sierva, sino por las duras torturas que sabía que le iban a infligir.
Caritina fue llevada atada frente al gobernador Domicio. Este le preguntó: "¿Es verdad, pequeña, que eres cristiana y que engañas a los demás trayéndolos a esta fe deshonrosa?". Caritina respondió valerosamente: "Es cierto que soy cristiana y es mentira que engaño a los demás. Conduzco a los equivocados hacia el camino de la verdad, llevándolos a Cristo".
Enfurecido, Domicio mandó que la torturaran sin piedad. Los torturadores, para ridiculizarla, le afeitaron la cabeza, la desnudaron y la pusieron sobre carbón encendido. Después, le pusieron una piedra al cuello y la arrojaron al mar.
Milagrosamente, Dios la libró de ahogarse. La volvieron a poner sobre una rueda que giraba sobre carbones encendidos, pero un ángel del Señor detuvo la rueda y Caritina nuevamente quedó ilesa.
Continuaron torturándola y le arrancaron las uñas de las manos y de los pies, así como todos sus dientes.
Luego, estando desnuda, hicieron con ella cosas dolorosas para el alma, totalmente indecente a los ojos humanos.
Cuando se agotaron todas las torturas y ninguna de ellas tuvo efecto, el gobernador ordenó que la encerrasen en un burdel y envió a unos degenerados para que la violaran. Caritina no quería ser humillada por los hombres, por lo que oró a Dios para que recibiese su alma antes de que estos hombres disolutos pudieran ensuciar su cuerpo, y así, mientras estaba arrodillada, su alma salió de su cuerpo al Reino eterno de Cristo antes de que fuese destruida la corona de su virginidad.
ORACIÓN
Santa Caritina, tú armaste tu alma con fe y conocimiento, y pusiste al enemigo en vergüenza. Te pusiste delante de Cristo con una túnica ceñida con tu sangre y ahora te regocijas con los ángeles.
Santa Caritina mártir, ruega por nosotros.
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