Judas Tadeo y Simón el Cananeo recorrieron Siria predicando, convirtiendo y bautizando a sus habitantes. Al entrar en la ciudad de Suamir fueron sorprendidos por dos hechiceros paganos llamados Zaroes y Arfaxat que los obligaron a adorar a sus dioses. Al negarse a ello, ambos fueron sentenciados a muerte.
Según la tradición católica, a Simón el Cananeo lo martirizaron aserrándolo por medio, y a Judas Tadeo le habrían aplastado la cabeza con una maza y se la habrían seccionado con un hacha o un shamsir. De allí que se lo represente con alguno de estos instrumentos de muerte en la mano.
ORACIÓN
Oh gloriosos san Simón y san Judas, Apóstoles del Señor, a quienes la Iglesia celebra unidos, a vuestra intercesión acudo confiado.
Oh glorioso san Simón llamado el Cananeo o el Zelota, “celoso por servir al Dios único con plena entrega”, que te distinguiste por un celo ardiente por la identidad judía y, consiguientemente, por Dios, por su pueblo y por la Ley divina. En tu elección veo cómo a Jesús no le importan los diferentes grupos sociales y religiosos, sino que a Él le interesan las personas. Haz que yo me caracterice también por mi celo a Dios, a sus mandamientos, a la Iglesia, a las almas… que mi corazón abrasado de amor de Dios irradie el Evangelio a todos hasta los confines de la Tierra.
En tu carta, san Judas, nos enseñas a conservar la fe recibida, ante todos los que toman como excusa la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a otros hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia «alucinados en sus delirios». Enséñame a permanecer fiel a la fe recibida, al Magisterio de la Iglesia, a las enseñanzas del Papa… No permitas que seamos “nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz, olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre”, sino que defendamos la fe con todo nuestros empeño, esforzándonos en el estudio y la predicación. Haz que como tú, yo viva en plenitud la fe, en la integridad moral y en la alegría, en la confianza y, por último, en la alabanza.
San Simón el Cananeo y san Judas Tadeo, ayudadme a redescubrir siempre y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, sabiendo testimoniarla con valentía y al mismo tiempo con serenidad.
San Simón y san Judas, rogad por nosotros que somos pobres y pecadores. Amén.
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