No te espantes por más que te veas acosado de tentaciones. El demonio, dice san Agustín, es semejante a un perro atado a la cadena: puede ladrar, pero no puede morder a los que no quieren ser mordidos. Santíguate con devoción y reza con mucha calma y confianza alguna de las siguientes invocaciones:
Ven. oh Dios, en mi ayuda. Apresúrate, Señor, a socorrerme.
Te amo, Dios mío, dame tu gracia para que nunca te ofenda.
Oh María, sin pecado concebida, ruega por mí que a Ti acudo.
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía!, acuérdate de que soy todo tuyo. Guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Oh Dios,
que concediste a los beatos Anselmo, Felipe y compañeros
mártires dar su vida por la Iglesia, otórganos, por su intercesión,
que no vacilemos en entregar nuestra vida
por la confesión de nuestra fe
y la concordia entre los hermanos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina,
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
"No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa" (Mc 6,1-6)
Señor Jesús, desde que me bautizaron sé que soy profeta, sacerdote y rey. No se puede ser más en tu Pueblo. A veces olvido lo que significan esos tres títulos, esos tres grandes regalos que recibí hace años y que estoy llamado a vivir y a defender con dignidad, entrega y pasión.
Señor Jesús, soy profeta. ¿Soy profeta de algo? ¿Soy profeta en mi tierra? ¿Y en otras tierras, otros espacios que no son los míos, otros lugares donde sé que tu mensaje quizás no siente demasiado bien escucharlo?
Señor Jesús, hoy te pido que me des vocación de profeta, de persona comprometida contigo y con tu Reino, de persona que denuncie la injusticia y la desigualdad, de persona que anuncie libertad y bien, prosperidad y paz en Ti.
Señor Jesús, ¡es tan fácil ser profeta en otros lugares, y tan difícil que en casa me tengan por tal! Te pido que me des la fe y el compromiso de vida necesarios para que profetice con mi testimonio diario, desde mi día a día, también a las personas con las que vivo, con las que trabajo y comparto camino. Dame fuerza interior para soportar el rechazo, la crítica y que algunos no crean que Tú les amas con locura.
Señor Jesús, hazme profeta. Hazme un poco de Ti en medio de todo lo tuyo.
Así te lo pido. Así sea.
Nada sin alegría: «Estad siempre alegres en el Señor» (Flp 4, 4)
San Juan Bosco partió al cielo tal día como hoy, el 31 de enero de 1888. Su vida fue una entrega total a Jesús y a la Virgen a través de sus queridos niños y jóvenes. Y, vale la pena decirlo, su vida fue la demostración en los hechos de aquellas palabras que alguna vez dirigió al más querido de sus alumnos, el pequeño Santo Domingo Savio: “ La santidad consiste en estar siempre alegres”.
Oh Dios, que, entre otros milagros de tu poder, has hecho obtener la victoria del martirio a una tierna niña, haz que celebrando el nacimiento al cielo de la bienaventurada Martina, virgen y mártir, nos aprovechemos de sus ejemplos para llegar hasta Ti. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentran el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Señor Jesús, ¡Cómo.nos gustaría escuchar de tus labios decirnos que nos levantemos, que nuestra fe obra milagros, que creer en ti sana y salva! Necesitamos escucharte con claridad: haznos dóciles a tu voz, haz que dediquemos tiempos de calidad para que nuestra amistad contigo sea cada vez más fuerte.
Señor Jesús, Tú conoces bien nuestras heridas, nuestras debilidades y nuestra necesidad de levantarnos de nuestras postraciones. Tú que puedes sanarnos, te pedimos que lo hagas. Que toques nuestras heridas y apagues nuestros dolores y amarguras.
Señor Jesús, como a la hija de Jairo, cógenos de la mano y revístenos de dignidad. Haznos nuevos en Ti. Haz que creamos que tú puedes sanarnos y que vivamos confiados en que Tú nos sanas. Haz que busquemos tu mirada y que nos dejemos enamorar por tu amor incondicional.
Vilana nació en 1332 en Florencia (Italia) dentro de una acaudalada familia. Unida en matrimonio con Rosso Benintendi vivió por un tiempo instalada en el fasto y la frivolidad de costumbres.
Mientras se engalanaba para una de las fiestas a las que acudía, el espejo le devolvió una imagen terrible. Quedó sobrecogida por la visión, entendiendo que era su propia alma y acudió de inmediato a Santa María Novella, buscando el perdón.
Este instante marcó el inicio de su conversión. Desde entonces fue una mujer completamente distinta. Siguió unida a su esposo, pero llevando vida austera, marcada por la oración, la penitencia, la piedad y la asistencia a los pobres.
Convertida, entró entre las hermanas de la Orden seglar de Santo Domingo, del cual era muy devota, dándose a una austera penitencia. Alimentaba su alma con la lectura de san Pablo y concentró su contemplación en la pasión de Cristo.
Obtuvo la conversión de su padre, e influyó de manera determinante en la de su esposo, que ponía en solfa la fe.
Enfermó gravemente y con sólo 29 años murió en Florencia el 29 de enero de 1361. Su cuerpo fue expuesto a la veneración pública durante muchos días en la iglesia dominicana de Santa María Novella.
Su cuerpo se sigue venerando en la iglesia dominicana de Santa María Novella. Su culto fue confirmado en 1824 por León XII.
ORACIÓN
Oh Dios, Padre de la misericordia, que llamaste a la beata Vilana de la vanidad del mundo y le diste un espíritu de humildad y de verdadero arrepentimiento, crea en nuestros corazones una adhesión viva a tu amor y concédenos que, llevados por su mismo espíritu, podamos servirte con una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«¿Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
"Anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti" (Mc 5, 1-20)
Señor Jesús, una mañana más te decimos "gracias" por este día regalado y por esta nueva semana que se abre ante nosotros. Qué bonito lo que dice tu evangelio de hoy: que anunciemos lo que has hecho con nosotros y que logremos compartir con los demás la misericordia que tienes con cada uno de nosotros. Ayúdanos a anunciarte a tiempo y a destiempo que eres el Señor de nuestra vida y, si fuera necesario, que lo hagamos con palabras.
Señor Jesús, enséñamos a anunciarte con nuestra mirada, con nuestra acogida, con nuestros abrazos, con nuestras palabras y con nuestros gestos solidarios. Sabemos que no eliges a los capacitados sino que capacitas a los que eliges: capacítanos para ser, con los otros y en medio de los otros, buena noticia, testigos de misericordia, reconstructores de puentes, sanadores de heridas, profetas esperanzados y compañeros acompañantes de camino.
Señor Jesús, no queremos olvidarnos una mañana más de orar por la paz: haz que seamos heraldos e instrumentos de tu paz. Necesitamos la paz. Anunciemos lo que haces en nosotros y lo que el mundo necesita: más paz, más misericordia, más amor verdadero.
ABELARDO SÁNCHEZ JIMÉNEZ. Párroco de Santo Domingo de Málaga. 43 años. Granada, --/--/1893 - Camino de Suárez (Málaga), 05/09/1936.
Este sacerdote nació en Granada en el seno de una familia cristiana de clase media. Su padre, de
profesión maestro, consta como director de la Escuela Normal de Granada en 1892.
Posteriormente, la familia se desplaza a Málaga y Abelardo, que tenía 17 años, se entrega plenamente a su vocación e ingresa en el Seminario de la diócesis malagueña.
Tras ser ordenado sacerdote en 1910, entre sus primeros destinos está el de coadjutor de la
desaparecida iglesia de la Merced. Más tarde, fue párroco en un pequeño pueblo de la Serranía de
Ronda, Benadalid. Finalmente, fue párroco de Santo Domingo, en el Perchel.
El Siervo de Dios, muy amigo de José Gálvez Ginachero, fue perseguido y detenido varias veces a comienzos de la Guerra Civil Española,
siendo juzgado y absuelto por un Tribunal Popular. Más tarde, en septiembre de 1936, fue arrestado de nuevo y llevado
al Camino de Suárez (Málaga), donde fue asesinado por las milicias comunistas. Sus restos fueron sepultados en una fosa
común del Cementerio de San Rafael y, en 1941, fueron trasladados a la Catedral de Málaga, donde descansan actualmente.
Dios y Señor de la Sabiduría que enviando vuestro Espíritu Santo
sobre el Colegio Apostólico, con él infundisteis y comunicasteis a los Santos
Apostóles copiosas luces de la sabiduría más alta y sublime, para que ilustrados
con un perfectísimo conocimiento de vuestro Ser divino y excelentísimo , os
diesen a conocer, y ser adorado de todo el mundo y que a vuestro fidelísimo
siervo san Julián, viva copia y retrato
de aquellos primeros y celosos operarios vuestros, por medio también de
vuestro Divino Espíritu, ilustrasteis con
tanta y tan alta sabiduría, que le hizo
idóneo y poderoso a promover con su
celosa predicación y sapientísima enseñanza vuestra honra y gloria en toda
clase y condición de personas; os ruego,
Señor, que por sus grandes méritos os
digneis de infundir en mi alma vuesrras
divinas luces, para que yo os conozca,
y me conozca de manera que el conocimiento de vuestro Ser excelentísimo me
lleve siempre a amaros y reverenciaros,
y conozca mi bajeza, me infunda con
el humilde desprecio de mí mismo el
verdadero juicio y pensamiento, que la
mayor honra que podré tener en el mundo será ser fiel siervo vuestro, dedicado siempre a serviros, cumpliendo vuestros divinos Mandamientos. Así sea, como os lo suplico con el favor y gracia
que deseo conseguir con esta oración.
Hazme, Señor y Dios mío,
obediente sin contradecir,
pobre sin ser miserable,
casto sin depravación,
paciente sin murmuración,
humilde sin ficción,
alegre sin disolución,
triste sin abatimiento,
maduro sin pesadez,
ágil sin ligereza,
temeroso sin desesperación.
Que sea sincero sin
hipocresía,
que haga el bien sin ser
presuntuoso,
que corrija al prójimo sin
arrogancia,
que lo edifique con la
palabra y el ejemplo. Amén.
El evangelio que escucharemos hoy nos presentará a Jesús anunciando la Buena Noticia de Dios en su tierra y liberando de todo mal.
Y nos recuerda que todos los que lo veían quedaban admirados pues predicaba con autoridad, de manera nueva, con los hechos, hablaba desde el corazón, entusiasmando y sanando.
Hoy nosotros escuchamos su palabra con la seguridad de que aporta luz a nuestra vida, que cada día se tendría que parecer a la suya.
Eso le pedimos
Feliz y bendecido domingo
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 21-28
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-41
Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».
Dios todopoderoso, concede a tu familia que se llena de gozo al celebrar el triunfo de tu santa Paula poder crecer en el amor a Jesucristo, y a los que veneramos como Patronos en la Tierra, merezcamos tenerlos como eficaces intercesores ante Ti. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo, en unidad con el Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Dios, que hiciste brillar con virtudes apostólicas a los santos Timoteo y Tito, concédenos, por su intercesión, que, después de vivir en este mundo en justicia y santidad, merezcamos llegar al reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Oh Dios, que hiciste de la beata Arcángela, carmelita, una enamorada del misterio de tu eterna Trinidad, concédenos, por su intercesión, pregustar en la Tierra el gozo de tu gloria y contemplarte eternamente en el Cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad; me formé a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto celo como vosotros mostráis hoy. Yo perseguí a muerte este Camino, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres, como pueden atestiguar en favor mío el sumo sacerdote y todo el consejo de los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y me puse en camino con el propósito de traerme encadenados a Jerusalén a los que encontrase allí, para que los castigaran. Pero yendo de camino, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor; caí por tierra y oí una voz que me decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Yo pregunté: “¿Quién eres, Señor?”. Y me dijo: “Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues”. Mis compañeros vieron el resplandor, pero no oyeron la voz que me hablaba. Yo pregunté: ¿Qué debo hacer, Señor? El Señor me respondió: “Levántate, continúa el camino hasta Damasco, y allí te dirán todo lo que está determinado que hagas”. Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
Un cierto Ananías, hombre piadoso según la ley, recomendado por el testimonio de todos los judíos residentes en la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: “Saúl, hermano, recobra la vista”. Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Ahora, ¿qué te detiene? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre”».
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
"Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16,15-18)
Señor Jesús, comenzamos este nuevo día y queremos adquirir el compromiso de ir al mundo, a todos los lugares posibles y en ellos proclamad el Evangelio de la alegría y de la vida a todos. La misión es inmensa y las tareas que conlleva interminables. Haznos capaces de dejar a un lado nuestras historias, nuestras preocupaciones, nuestras excusas y miedos. Haznos apóstoles tuyos en medio del mundo, de nuestras familias, de nuestras comunidades, de nuestros trabajos y responsabilidades. Haznos buena nueva para todos. Haznos, en este contexto en el que vivimos, a veces tan violento, tan gris y tan desesperanzado, luz, sonrisa, esperanza, abrazo y caricia.
Señor Jesús, Ven con nosotros, llévanos a donde alguien necesite buenas noticias, razones para seguir esperando y vida en abundancia. Haznos hoy y siempre Evangelio hecho hermano y amigo, hecho respiro y mirada, hecho profecía y grito esperanzado. Evangelio hecho abrazo colmado de ternura.
Señor Jesús, cúbrenos con tu cariño y envíanos con tu bendición. Que lo seamos todo para todos como Tú lo eres TODO para todos.