Buenos días. Hoy miércoles la Sagrada Escritura nos muestra de dónde viene el auténtico poder. Dios nos ha creado a todos, y a cada uno le da una tarea, y nos enseña su palabra, sabiduría divina, para que nos ayude a vivir y llegar a la salvación. Por eso, la lectura de la Sabiduría especifica que los que han recibido la responsabilidad sobre sus hermanos deben cuidar de ellos. Este es el ejemplo que pone el evangelio, Jesús tiene poder y los leprosos creen en su poder, y cumplen con su mandato de presentarse ante la autoridad terrena para que puedan volver a llevar una vida normal, pero sólo un leproso da gracias a Dios por todo y este no sólo queda curado sino también salvado por su fe. Seamos buenos y confiemos en Dios, que cuida de todos sus hijos y nos pedirá cuentas de cómo nos cuidemos entre nosotros.
Texto del Evangelio (Lc 17, 11-19): Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».
Gracias, Señor por el nuevo día.
Gracias por el sol que nos calienta e ilumina.
Gracias por la luna que alivia oscuridades.
Gracias por el viento, los árboles, los animales...
Gracias por la casa que nos acoge y protege.
Gracias por las sábanas, las toallas y los pañuelos.
Gracias por poder vestir cada día ropa limpia.
Gracias por el agua que brota en cada grifo.
Gracias por los alimentos de la despensa y la nevera.
¡Cuantas cosas tenemos, Señor, y a veces no somos conscientes!
Y sobre todo, Señor, gracias por tu amistad, tu perdón y tu compañía.
Gracias por el cariño de los amigos y la familia.
Gracias por las personas que hoy me ayudarán a sonreír y a seguir adelante.
Gracias por las personas a las que hoy podré amar y servir.
¡Gracias, Señor!

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