sábado, 21 de septiembre de 2019

EL ÁNGEL DISFRAZADO

A Dios se le contempla con los ojos del corazón.

La niñita estaba sentada en el parque. Todo el mundo pasaba junto a ella y nadie se paraba a ver por qué parecía tan triste. Vestida con un raído vestido rosa, con los pies descalzos y sucia, la niña simplemente estaba sentada mirando a la gente pasar. Nunca trataba de hablar, nunca decía una sola palabra. Mucha gente pasaba pero nadie se paraba.
Al día siguiente decidí volver al parque con la curiosidad de ver si la niña seguiría allí. Sí, lo estaba, justo en el mismo sitio que el día anterior. Un parque lleno de gente extraña no es lugar para que una niña pequeña juegue sola.
Mientras me acercaba pude ver que la espalda del vestido de la niña estaba terriblemente deformado. Me imaginé que esa era la razón por la cual la gente tan solo pasaba junto a ella sin hacer ningún esfuerzo por ayudarla.
Las deformidades son una profunda desgracia para nuestra sociedad, y el cielo te asista si das un paso para ayudar a alguien que es diferente.
Conforme me acercaba aún más, la niñita bajó ligeramente sus ojos para rehuir mi mirada directa. Mientras me aproximaba pude ver la deformidad de su espalda con más claridad. Tenía una grotesca joroba. Le sonreí para hacerle saber que todo estaba bien, que estaba allí para ayudar, para hablar. Me senté a su lado e inicié la conversación con un simple ¡hola! La pequeña pareció sorprendida y balbuceó un ¡hola! después de mirarme largamente a los ojos. Sonreí y ella sonrió a su vez tímidamente. 
Hablamos hasta que cayó la oscuridad y el parque se quedó completamente vacío. Le pregunté por qué estaba tan triste. La pequeña me miró y con lágrimas en los ojos me dijo:
- Porque soy diferente.
Yo respondí con una sonrisa:
- Lo eres.
Y ella, aún más triste:
- Lo sé.
- Pequeña, ser diferente no es malo. Tú me recuerdas a un ángel, dulce e inocente.
Me miró, sonrió y por primera vez sus ojos brillaron con la luz de la alegría. Se levantó despacio y dijo:
- ¿Es cierto lo que acabas de decir?
- Sí -le respondí-, eres como un pequeño ángel guardián enviado para proteger a todos los que caminan por aquí.
Movió su cabeza afirmativamente y sonrió. Ante mis ojos algo maravilloso ocurrió. Su joroba se abrió y dos hermosas alas salieron de ahí. Me miró sonriente y dijo:
- Soy tu ángel guardián.
Yo no sabía qué decir. Entonces me dijo:
- Por primera vez pensaste en alguien más.
Mi misión estaba cumplida. Me levanté y pregunté por qué nadie le había ayudado. Me miró y sonriendo dijo:
- Tú eres la única persona que podía verme.
Y ante mis ojos desapareció. Después de ese encuentro mi vida cambió por completo.

Cuando pienses que solo te tienes a ti mismo, recuerda que tu ángel guardián está siempre pendiente de ti.


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