Compadécete de nuestros dolores, como nosotros nos compadecemos de los tuyos, y acompáñanos como acompañaste a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, en el camino doloroso del Calvario.
Eres nuestra Madre y te necesitamos. Ayúdanos a sufrir con amor y esperanza, con paciencia y aceptación, para que nuestro dolor, asociado al tuyo y al de tu Hijo, tenga valor redentor y en las manos de Dios, nuestro Padre, se transforme en gracia para la salvación del mundo. Amén.
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