Dios misericordioso, que nos perdonas y quieres la salvación de todos los hombres, imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de María Santísima y de todos los santos, concedas a las almas de nuestros padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores, que han salido de este mundo, la gracia de llegar a la reunión de la eterna felicidad…
Santísima Virgen María, Reina del Purgatorio: vengo a depositar en tu corazón inmaculado una oración en favor de las almas benditas, que sufren en el lugar de expiación. Dígnate escucharla, clementísima Señora, si es esta tu voluntad y la de tu misericordioso Hijo. Amén.
María, Reina del Purgatorio, te ruego por aquellas almas por las cuales tengo o pueda tener alguna obligación, sea de caridad o de justicia.
Dios te salve, María… Dales, Señor, el descanso eterno. Y luzca para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
María, Reina del Purgatorio: te ruego por las almas más abandonadas y olvidadas y a las cuales nadie recuerda; tú, Madre, que te acuerdas de ellas, aplícales los méritos de la pasión de Jesús, tus méritos, y los de los santos, para que alcancen así el eterno descanso.
Dios te salve María… Dales, Señor, el descanso eterno. Y luzca para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
María, Reina del Purgatorio: te ruego por aquellas almas que han de salir más pronto de aquel lugar de sufrimientos, para que cuanto antes vayan a cantar en tu compañía las eternas misericordias del Señor.
Dios te salve María… Dales, Señor, el descanso eterno. Y luzca para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
María, Reina del Purgatorio: te ruego de una manera especial por aquellas almas que han de estar más tiempo padeciendo y satisfaciendo a la divina Justicia. Ten compasión de ellas, ya que no pueden merecer sino solo padecer; abrevia sus penas y derrama sobre estas almas el bálsamo de tu consuelo.
Dios te salve María… Dales, Señor, el descanso eterno. Y luzca para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
María, Reina del Purgatorio: te ruego de modo especial por aquellas almas que más padecen. Es verdad que todas sufren con resignación, pero sus penas son atroces y no podemos imaginarlas siquiera. Intercede, Madre nuestra, por ellas y Dios escuchará tu oración.
Dios te salve María… Dales, Señor, el descanso eterno. Y luzca para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
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