Invictísimo san Marcelo, gloria de España, antorcha resplandeciente de los leoneses, Jacob
de la ley de gracia, columna firmísima de la fe, y esclarecido
mártir de Jesucristo, que serviste a nuestros padres de refugio
en sus necesidades, de consuelo
en sus aflicciones, a cuyas súplicas jamás ningún leonés dejó de experimentar los poderosos efectos de la Divina gracia, y cuyas
entrañas de piedad te han hecho mirar siempre como propias
las calamidades de tus compatricios: intercede, amado Patrono y abogado mío con nuestro
Soberano Señor, a fin de que me
conceda lo que pido en esta oración, si ha de ser para mayor honra de su Divina Majestad, para
gloria tuya y bien de mi alma;
alcánzame de la Divina piedad
los auxilios de la gracia para
cumplir con exactitud los deberes de cristiano. Y puesto que
eres por tantos títulos el Protector de nuestra España, que has preservado en todo tiempo a
nuestros progenitores del mortífero contagio del error, compadécete ahora, santo glorioso, de la
funesta situación de nuestras almas, a que las han reducido
nuestros crímenes y prevaricaciones; pide al Todopoderoso que dirija a su Vicario en la tierra
para que nos guíe sumisos por la
senda de la salvación; asiste
también a su Majestad Católica
para el mejor acierto y dirección
de los negocios temporales, y conserva finalmente entre nosotros el sagrado depósito de la fe,
que sellaste con tu sangre
preciosa. Tú eres el objeto de
nuestros reverentes cultos y el
firme apoyo de nuestra esperanza, y aunque nuestra tibieza y
flojedad nos han hecho degenerar
de la piedad y celo que caracterizaron siempre a los antiguos
leoneses, reconocidos y postrados hoy ante tus aras, te suplicamos nos alcances del Trono de las misericordias el perdón
de nuestras culpas y pecados, y
la perseverancia en la divina gracia, para haceros eterna compañía en la gloria. Amén.
(Pedir la gracia que se desea obtener)
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
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