jueves, 21 de octubre de 2021

SANTAS NUNILÓN Y ALODÍA

Las santas Alodía y Nunilón nacieron en Adahuesca, cerca de Barbastro en la provincia de Huesca, aunque hay otras fuentes que afirman que nacieron en La Rioja o en Andalucía. No eran gemelas como también se ha dicho.

Eran hijas de un noble y rico musulmán y de madre cristiana, en la zona de Huesca bajo dominio del Califato de Córdoba. Según la ley estaban obligadas a profesar la religión paterna, pero su madre las educó desde muy pequeñas en la fe cristiana.

El padre murió siendo ellas muy niñas y su madre se volvió a casar con un fanático musulmán, que desde el principio les prohibió continuar profesando sus creencias. Poco tiempo después falleció su madre, y las dos niñas fueron confiadas a la custodia de su tío, también musulmán, el cual, al descubrir que practicaban la religión cristiana, las denunció a las autoridades con el propósito de apoderarse del patrimonio de las niñas heredado de su padre, además de por la recompensa que entonces se ofrecía a los delatores por temas de fe.

Alodía y Nunilón fueron detenidas y se las encerró en el castillo de la localidad vecina de Alquézar mientras llegaba su juicio. El juez sospechó desde el principio de las intenciones del denunciante y decidió ponerlas en libertad y alejarlas de su tío, poniéndolas bajo la custodia de dos mujeres musulmanas para que intentaran convertirlas al Islam, pero no contento con esta resolución, su tío volvió a interponer otra denuncia, esta vez ante la máxima autoridad judicial de Huesca.

El juez las interrogó con gran dureza y las amenazó con graves consecuencias si no abrazaban inmediatamente la religión musulmana, a lo cual se negaron rotundamente.

Imagen de las santas Alodía y Nunilón en el Eremitorio de La Luz

Durante cuarenta días intento convencerlas por separado, con promesas, amenazas y con el engaño de que la otra hermana ya había aceptado, pero no dio resultado y ellas se mantuvieron firmes. Visto lo cual dictó sentencia de muerte contra ellas, con arreglo a las leyes vigentes impuestas por Abderraman II, emir del Califato.

Las dos hermanas fueron llevadas a la plaza pública y murieron decapitadas el 22 de octubre del año 851, Alodía con 13 años y Nunilón con 15.

Nunilón fue ejecutada en primer lugar, pero el verdugo falló y la golpeó en la mandíbula, por lo que la cabeza quedo colgando ya sin vida sobre el pecho. Al caer al suelo se le levantó la falda y Alodía corrió hacia el cadáver de su hermana, le bajó la ropa y ella misma, antes de ser decapitada, se ató una cinta al bajo de su vestido y a los tobillos para que no le ocurriese lo mismo.

Los cadáveres fueron abandonados para que fueran devorados por los animales, pero las aves carroñeras y las alimañas no los tocaron.

Llegaron noticias al emir de que los cristianos planeaban apoderarse de los cuerpos para enterrarlos debidamente, por lo que decidieron cambiarlos de lugar. Les ataron los pies con una soga y fueron arrastradas por un asno hasta una colina donde eran expuestos los ajusticiados, y allí debían permanecer hasta que se otorgase el permiso para enterrarlas.

Cuenta la tradición que todas las noches descendía una luz venida de lo alto, por lo que se decidió que los cuerpos fueran arrojados a un pozo y cubiertos con piedras y tierra para borrar todo rastro de las niñas, y allí estuvieron hasta que la reina Oneca Velázquez, esposa del primer rey de Pamplona, admirada por los relatos de la vida y muerte de las dos santas, recuperó los restos para trasladarlos al Monasterio de Salvador de Leyre, en Yesa (Navarra).


No hay comentarios:

Publicar un comentario