Crispina nació en Tagara, en la Provincia del África Proconsular, y pertenecía a una distinguida familia. Era una matrona rica y madre de varios niños que desde niña fue cristiana.
En tiempos de la persecución fue llevada ante el procónsul Anulino en la colonia de Theveste; cuando este le dio orden de sacrificar a los dioses, declaró que ella honraba a un solo Dios. Su cabeza fue rapada por orden del juez, para que quedara expuesta a la burla pública, pero ella permaneció firme en la fe y no la movían ni siquiera las lágrimas de sus hijos.
Al ser condenada a muerte, agradeció a Dios y ofreció alegremente su cabeza para la ejecución. Se signó la frente y murió por decapitación en Teveste, en Numidia, el 5 de diciembre de 304.
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