Casiano era un maestro de escuela que enseñaba a los niños de Imola a leer y escribir. Imola es una ciudad de Italia que dista unos cuarenta kilómetros de Ravena. Durante una furiosa persecución contra los cristianos, Casiano fue hecho prisionero y compareció ante el gobernador de la provincia. Como se negase a ofrecer sacrificios a los dioses, el bárbaro juez, al saber que era maestro de escuela, mandó que sus propios discípulos le matasen con sus «estilos», pues en aquella época se escribía sobre tabletas de cera con «estilos» o plumas de acero. Un extremo del estilo era puntiagudo y el otro romo para poder borrar lo que se escribía.
Acudieron doscientos discípulos de Casiano, «que le odiaban porque era su profesor». Los guardias desnudaron al condenado y algunos de los discípulos, cuando lo vieron desnudo y atado a una columna, se ensañaron con él y le lanzaron a la cara las tabletas, los estilos y las navajas; otros le desgarraron el cuerpo con las navajas; otros le clavaron los estilos en el cuerpo y aun se divirtieron bárbaramente al grabar letras en su piel.
- ¿Por qué lloras –le preguntó uno de sus infantiles verdugos, que andaba comprobando la resistencia de la piel de un maestro a la punta de un estilete-, si tú mismo nos diste estas cosas y nos dijiste que nunca debíamos permanecer inactivos? Si no escribimos bien las letras, puedes castigarnos.
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