viernes, 26 de agosto de 2022

EL SERMÓN DEL CAIMÁN (Rafael Pombo)

 

Largo, ojiverde y más feo
que un podrido tronco viejo,
pero veloz cual trineo
a pesar del bamboleo
con que anda el animalejo,
iba un paisano caimán
más hambriento que alma en pena,
corriendo tras un gañán
que sorprendió de holgazán
a orillas del Magdalena.
Casi alcanzábalo ya
cuando ocurrió al fugitivo
cambiar el rumbo en que va,
pues si no, no escapará
de un juicio ejecutivo.
Entonces a diestra y siniestra,
en zigzag, trotó el patán,
y fue táctica maestra,
porque en girar no es muy diestra
la mole de don Caimán.
Este, colérico al fin,
gritó al gañán:- ¡Hola, amigo!
Eso es cobarde y ruin;
así lucha un malandrín,
mas no un hidalgo enemigo.
Ande usted siempre derecho,
cual exige la virtud
y el honor de un franco pecho,
¿victoria sin rectitud
a quién dejó satisfecho?
Aplaudo, gritó el zagal,
principios tan excelentes,
pero en lid de igual a igual
debes, según tu moral,
arrancarte antes los dientes.

La virtud del monstruo aquel
es la de todo malvado,
provechosa solo a él
para enlazar su cordel
al cuello del hombre honrado.

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